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Editorial Charles Sánchez

Martes 18, Agosto 2020

Habrán notado que en estos últimos cinco meses hemos encontrado el sentido real y tangible de la palabra incertidumbre y probablemente ese encuentro nos ha puesto contra la pared; obligándonos a una requisa generalizada de nuestros más profundos sentimientos. También resulta muy probable que “el miedo”, uno de nuestros más intensos sentimientos, muy limitado y atenuado por periodos de confort y seguridad en épocas recientes, haya logrado una gran recuperación y se encuentre hoy, instalado en nuestro consiente en un sitio de privilegio, tanto así que lo percibimos muy a menudo durante nuestro día, nos acompaña de noche y hasta cuando dormimos. Pero, ¿Debemos continuar cautivos del miedo?

 

Observemos lo siguiente, este encuentro con nuestros sentimientos no sólo es natural y comprensible, sino además necesario para aceptar el cambio y poder enfocarse en oportunidades para reconocernos, reenergizarnos, reinventarnos. Los grandes líderes se forjan y reconstruyen en la adversidad, recordemos la vida de Nelson Mandela a pesar de permanecer encarcelado durante 27 años, logró desmontar la estructura social y política heredada del apartheid a través del combate del racismo institucionalizado.

 

Imaginemos nuestra percepción mental en cautiverio, como si fuera un ave en una jaula esperando por alimento, abrigo o por el error del amo para que se abra la puerta y poder salir; merecemos romper ese esquema, tomemos el control de nuestra existencia y transformemos esa condición reactiva a una actitud proactiva.

 

Pongamos pie en la realidad, vivir en tiempos de crisis exige una combinación de habilidades y herramientas distintas a las que veníamos “acostumbrados”, independientemente de qué tan exitosos fuimos en nuestras decisiones, relaciones y resultados anteriores. Con extrema exactitud e iluminación, Einstein lo mencionó hace algún tiempo: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”; observemos la crisis como la mejor oportunidad para activar una transformación integral que permita una mejora sustancial de nuestras condiciones de vida. Mi propuesta es: superemos la crisis sin quedar superados.

 

Ahora bien, por dónde empezar. Esta reflexión me lleva a pensar a nivel individual primero en mantener una actitud positiva, así como en el compromiso personal para mantenernos a salvo y cuidar a nuestras familias, resulta muy conveniente exigir un uso racional y adecuado de los recursos, también mantener una clara disposición para atender mis responsabilidades dentro y fuera de la organización; a nivel social es necesario promover y ser participe de la solidaridad y constituirme en un agente estabilizador de mi entorno.

 

En ACIB-FUNIN hemos comprendido que las organizaciones cada vez tienen que ser más humanas en el sentido de no solo permitir sino facilitar el desarrollo de las personas como seres humanos integrales. Y esto implica la construcción de la organización como un multiespacio que posibilite el sentirse bien, no se trata de que la organización dé la felicidad, pero sí de que no la quite, la dificulte o la frene.

 

Los invito a celebrar la vida y a ser parte de la generación que enfrentó una pandemia y salió adelante. ¡Acompañémonos en este reto, transformémonos, seamos exitosos, lo merecemos!

Un gran abrazo.

 

“La esperanza es el sueño del hombre despierto” siglo V, aC. Aristóteles.

 

Agosto, 2020.

www.funin.org